martes, 10 de junio de 2008

El mar y el tiempo

Esta semana he recibido el manual de la vida a bordo del Amundsen, un documento que nos informa de todo aquello que está prohibido hacer en el barco, como fumar, consumir drogas, beber alcohol en las habitaciones; de los servicios que podremos utilizar, como la conexión a internet que hay en cada habitación; y también de algunas costumbres que se practican a bordo, como el Sunday dress code, la cena de gala de los domingos.

La noche del domingo es un momento especial. Hay que vestir elegantemente para ir a cenar. No es obligatorio el uso de corbata, pero los oficiales del barco lucen su mejor uniforme mientras toman una copa de vino de California y explican las vicisitudes de la navegación en el Ártico. Primero, me sorprendió esta costumbre, pero, pensando más, me parece que he llegado a comprender su origen. Mi hermana es bióloga marina y pasa largas temporadas surcando el Pacífico a bordo de barcos atuneros. Siempre me explica que a bordo del barco las celebraciones son mucho más exageradas: es sorprendente ver como los marineros, tras días de hacer funcionar las máquinas, sucios de grasa, después de cargar cientos de toneladas de atunes embadurnados con una mezcla de sangre y restos de pescado, con sus gruesas manos, curtidas por el sol, el viento y el agua salada, colocan con una ternura delicadísima las guirnaldas alrededor del árbol de Navidad. También en estos atuneros el domingo es un día especial: la comida es diferente y se permite beber una copita de vino a los marineros.

De otra manera, más contundente, los expedicionarios que intentaron conquistar el Ártico durante el siglo XIX se esforzaban también en una serie de actos periódicos, sobre todo durante los meses oscuros del invierno que tenían que pasar sobre el hielo. La expedición americana comandada por Isaac Israel Hayes a bordo del United States, que zarpó el 1860, por ejemplo, celebraba los aniversarios de sus miembros con salmón, pato, púding de pasas de Boston, trufas, queso, estofado de ciervo, cigarros y jerez. Y además, en el barco varado en el hielo, soportando las inclemencias del invierno ártico, se editaba un diario semanal, The Port Foulkes Weekly News, que recogía la actualidad de la expedición, comentarios sobre la meteorología y otros temas. Otro marinero, George Nares, capitán británico que lideró la expedición a bordo del Alert en 1875, instauró durante el invierno unas actuaciones teatrales que se representaban sin falta cada jueves.

Y es que, quizás, tanto si se encuentra en medio de un mar tropical infinito deslumbrado por el sol, como sobre el hielo en la noche inacabable del Ártico, el hombre necesita marcar de alguna manera el paso del tiempo, para evitar que el vacío del paisaje lo chupe y lo diluya en su inmensidad. Y me imagino que los pequeños hitos periódicos y la exaltación de las festividades que están en el calendario deben ser de ayuda. De manera que, habiendo leído el manual de la vida a bordo y habiendo reflexionado, me he dirigido al armario y he escogido unos pantalones negros y una camisa granate con rayas negras para lucir durante las cenas de los domingos a bordo del Amundsen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones Toni, está lindo tu blog, y me alegra mucho también que pronto tendremos la oportunidad de conocernos.
Saludos desde Guatemala,
Lucy Calderon

 
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