domingo, 1 de junio de 2008

Pequeña historia del Año Polar Internacional

Desde marzo de 2007 hasta marzo de 2009 estaremos inmersos en el tercer Año Polar Internacional, un programa de investigación enfocado a las zonas polares del planeta en el cual participan miles de científicos de 60 países. Financiado principalmente por el Consejo Internacional para la Ciencia y la Organización Meteorológica Mundial, este proyecto descomunal no sólo tiene por objetivo la investigación, sino que también da mucha importancia a la divulgación del conocimiento que tenemos hoy sobre los polos y su importancia a nivel planetario.


El primer Año Polar Internacional (1882-1883), inspirado por el explorador austriaco Karl Weyprecht (ver post), contó con la participación de 12 países y permitió la instalación de 14 observatorios cerca del Polo Norte. Los datos recogidos en estas estaciones aportaron información sobre meteorología, geomagnetismo, las auroras boreales, las corrientes oceánicas, las mareas, y la estructura y el movimiento del hielo. Estos datos constituyen un documento excepcional sobre las características de la región hace unos 130 años. Pese a todos los esfuerzos y los recursos con qué se contó, 17 de los 24 miembros de una expedición americana perdieron la vida durante este proyecto, tiñiendo trágicamente una vez más la exploración polar con las neblinas iridiscentes de la épica romántica.

44 países participaron en el segundo Año Polar Internacional (1932-1933), centrado sobre todo en el estudio de la electricidad atmosférica -un campo que debía resultar crucial para mejorar los sistemas de telecomunicaciones-, la predicción meteorológica y el transporte aéreo y marítimo.

Años más tarde, un grupo de científicos encabezados por el británico Sydney Chapman, propuso un tercer Año Polar Internacional, con el objetivo de utilizar la tecnología desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial –radares, sismografía- para dar un nuevo impulso a la investigación polar. Finalmente, el acontecimiento se acabó llamando Año *Geofísico Internacional (1957-1958). Gracias a este proyecto se confirmó la deriva de los continentes, se pudo determinar por primera vez la cantidad de hielo de la Antártida y se lanzaron los primeros satélites. Pero también tuvo una consecuencia política importante: el Tratado Antártico de 1961, firmado inicialmente por sólo una docena de países, en el cual se establece que en la Antártida sólo se llevarán a cabo actividades pacíficas, principalmente científicas, y se impide la afirmación de los derechos de soberanía de ningún país sobre el territorio antártico.

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